A finales del Siglo XVIII Ferrol sufrío un ataque de los ingleses que mermó mucho su población. Después de esto se mando construir una murallada que rodeaba toda la ciudad y que la defendía de los ataques. A principios del Siglo XIX el monarca Calos III decidió mejorar las defensas de la ciudad y a la vez mandó construir la Puerta Nueva (1811), al norte de la murralla, por el único camino que comunicaba a Ferrol por tierra.
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